Una izquierda para los que vivimos bien

La izquierda ha sido tradicionalmente el espacio político de la gente que vive mal, mientras que los que vivían bien formaban el campo de la derecha. Ahora la gente que vive mal ya no es mayoría. ¿Qué hace la izquierda?
De una manera esquemática podemos decir que la izquierda ha sido tradicionalmente el espacio político de la gente que vivía mal, mientras los que vivían bien formaban en el campo de la derecha. Por lo menos desde principios del capitalismo la gran mayoría de la gente vivía mal. El número le daba a la izquierda su fuerza. Después de la Segunda Guerra Mundial, con la llegada del consumo de masas y el estado de bienestar, en algunos países privilegiados la situación empieza a cambiar. La gente que vive mal ya no es mayoría. ¿Qué hace la izquierda?
Ahora en España, donde además estamos con el regustillo de nuevos ricos, esa pregunta se torna acuciante. Un proletario, un obrero metalúrgico del siglo XIX con mujer y cuatro hijos sabía muy bien lo que tenía que reivindicar. Una pareja actual formada por un empleado de banca y una enfermera, con un hijo, dos coches y un apartamento en la playa, ¿qué tendría que reivindicar? ¿o no reivindica nada? ¿sería eso una postura de izquierdas? ¿Qué le dice la izquierda a un ciudadano medio español cuya renta per cápita es 14 veces la de sus vecinos del sur?
Creo que no nos lo hemos planteado con la importancia que el tema merece. Me gustaría aprovechar el espacio que la Tribuna Abierta de ATTAC Madrid ofrece para lanzar el debate. Como introducción presentaré algunas reflexiones propias.

Capítulo 1
Las Tres Manzanas

"La manzana roja que me dieron ayer tenía un gusano; la manzana blanca que se comieron mis padres tenía dos gusanos; y la manzana verde que se comió la pareja original, ya en la puerta falsa del Paraíso, tenía tantos gusanos que todos pudimos heredar nuestra parte.
Si hay una manzana sin gusanos en el mundo no está detrás de mí, sino delante.
Ahora bien. El hombre puede retractarse. Todo hombre honrado puede retractarse y decir: yo no quiero la manzana roja. Ayer canté sus excelencias porque creí que era la manzana del hombre. Ahora he visto que tiene un gusano. No la quiero. Iré a buscar otra manzana.
Lo que no puede decir un hombre honrado es esto: La manzana roja tiene un gusano, no la quiero. Tomaré otra vez la manzana blanca de mis padres, que aunque tenía dos gusanos, tenía también una historia, y de su pulpa podrida vivió todo mi clan.
Esto es cobardía, astucia y ganas de seguir fumando sin levantarse de la mecedora.
Desde la mecedora siguen hablando todavía ciertos sabios, de la libertad…
Y dicen que la libertad es la voluntad de mecerse de izquierda a derecha, de ir en sordos y rítmicos vaivenes, de una manzana podrida a otra manzana podrida, porque más allá de este balanceo no hay más que el muro negro y espeso.
Y si un hombre o un pueblo se levanta de pronto y va a estrellarse los sesos contra el muro negro y espeso, le gritan que es un loco o un violento".
León Felipe


Esto lo escribió León Felipe en 1938. En aquella época andaba el poeta entre La Habana y México, y entonces todavía mucha gente creía en la manzana roja. No habían visto el gusano de que hablaba León Felipe. O no querían verlo. ¡Habían puesto tantas esperanzas y tanta ilusión en esa manzana roja! Se había puesto tanto esfuerzo y tanto sacrificio para que pudiera nacer... ¡La manzana roja no podía tener gusanos!
Cuando, por fin, el gusano de la manzana roja se hizo evidente cundió el desaliento. Se perdieron las esperanzas de encontrar una manzana limpia en nuestros huertos y cada uno salió a buscarse la vida como pudo.
Verdad es que no todos. Incluso en medio de la debacle, algunos proclaman que una manzana sana es posible. Pero no aparece por ninguna parte, y la mayoría ha renunciado a seguir buscando, a lo más que se aspira es a quedarse en la manzana de los dos gusanos. La mecedora de que hablaba León Felipe se ha popularizado mucho. En cualquier lugar, en los periódicos, en la televisión, en la calle, en la universidad, incluso en los grandes sindicatos, la gente se balancea tan ricamente en sus mecedoras entre lo que llaman derecha y lo que llaman izquierda. Y están tan contentos con esa libertad.
Lo que pasa es que León Felipe vivía esa situación de una forma muy dramática. No podemos negar que por cualquier ventana a la que nos asomemos, más allá del rítmico balanceo, no aparece más que el muro negro y espeso: el poder sin rostro y sin alma que impera en el universo neoliberal. Pero ¿no tenemos más alternativa que ir a estrellarnos los sesos contra ese muro? Algunos lo hacen. El muro no se conmueve y el espectáculo de los sesos estrellados no es muy atractivo.
Creo que a mucha gente no nos gusta este mundo limitado por el muro negro y espeso. Incluso pensamos que más allá del muro tiene que haber otros mundos mucho más apetecibles que este en el que estamos encerrados. Pero aquí seguimos. Debemos reconocer que levantarnos de la mecedora e ir a estrellarnos los sesos contra el muro, nos apetece muy poco. Al fin y al cabo, el mundo estará muy mal, pero nosotros vivimos bastante bien.
¿Qué hacemos, entonces? ¿No podríamos emplear el cerebro de una manera más útil que estrellándolo contra el muro? ¿No podríamos pensar a ver cómo logramos superar el muro, cómo encontrar otra manzana sin gusano o, por lo menos, con un gusano más chiquitín o más comestible?
Es verdad que pensar, se piensa bastante, pero el objetivo normalmente no pasa de discurrir a ver cómo nos balanceamos un poquito más hacia la izquierda, y a ver si conseguimos aguantar ahí quietos un ratito. Pero a este lado del muro, en este mundo en el que vivimos tienen ventaja los que empujan hacia la derecha, juegan en su campo, y poquito a poco, perdemos hasta la manzana blanca, y nos acercamos a la manzana verde, que está podrida de gusanos. O sea, a la estructura social del siglo XIX con sus míseras masas (que ya no son ni siquiera de trabajadores, porque el capitalismo ha conseguido transformar el trabajo más perro en un lujo inalcanzable para muchos) pero, eso sí, con ordenadores, transgénicos y bombas inteligentes. ¡Una delicia! Y para que esas míseras masas no perturben nuestra pesada digestión, otro muro es la mejor solución. Un muro bien concreto, de cemento, alambradas y patrulleras. Un poco caro, pero nuestro estómago se lo merece.
También hay gente que todavía intenta reivindicar la manzana roja. Afirman que lo del gusano fue un error, que con más insecticida se hubiera evitado. Sin embargo parece que esa manzana acoge demasiado fácilmente los gérmenes del gusano, y funcionar a base de insecticida contamina mucho. Además esa manzana roja tiene muy mala imagen, sería una tarea sobrehumana volver a introducirla en el mercado. Además, en esto León Felipe tenía toda la razón: si hay una manzana sin gusano, no está detrás, sino delante.

artículo escrito por Antonio Zugasti, en Attac Madrid mayo 2007

1 comentario:

zurcdj dijo...

Alguien puede confirmar lo que me ha dicho un amigo que trabaja en los juzgados de que dolmen presentó ayer a tramite la solicitud del concurso de acreedores voluntario.